¿Por qué no tener un pez como mascota? Es cierto que a la hora de pensar en un animal de compañía a casi todo el mundo se le vienen a la mente perros y gatos, y los más originales, piensan en hurones o conejos. Se puede jugar con ellos y sacar a la calle. Con los peces evidentemente no. Se instalan en el acuario y de ahí no pueden salir y lo único que podemos hacer es quedarnos mirando y cuidarlos limpiando su habitáculo.
Sin embargo hay que tener en cuenta que si nunca hemos tenido una mascota los peces son una buena sugerencia por la que empezar y también para ganar responsabilidad y tener a un ser humano que depende de nosotros. Por ello son muy adecuados para los niños que quieren tener un animal de compañía.
¿Por qué tener peces como mascota?
Hay que tener en cuenta también que apenas ocupan espacio, en función de lo grande o pequeño que sea el acuario, y que su cuidado se limita básicamente a alimentarlos a diario y a cambiarles el agua y limpiar el acuario cada cierto tiempo. Tampoco se trata de una mascota que requiera un gran desembolso económico y no van a darnos problemas con los vecinos, porque no generan ruido.
Además, para tener a un pez como mascota poco hay que saber de ellos y cualquier duda nos la pueden resolver en la tienda de animales. Has de saber, eso sí, que no todos los peces pueden tenerse en un acuario en casa y que hay ciertas especies que, por sus necesidades y condiciones, no pueden habitar en el mismo espacio que otras.
Por último hay que tener en cuenta que un acuario bien decorado y con peces llamativos puede ser un importante elemento de decoración en una casa. Otorga vistosidad y también genera calma entre aquellos que se encuentran a su alrededor.
¿Acuario o pecera?
A la hora de tener peces es importante saber dónde van a vivir. Un acuario es grande y majestuoso pero si nunca hemos tenido peces resulta más práctico una pecera. Así nos iremos adaptando a su cuidado a pequeña escala y más adelante podremos dar el salto al acuario. Además, puede que necesitemos usar los dos espacios porque no todos los peces pueden convivir en el mismo acuario.
Algunas especies se agreden entre sí, por lo que no es fácil que convivan en el mismo acuario. Además hay unas de climas fríos y otras que proceden de cálidos, por lo que es necesitan una temperatura diferente del agua y su convivencia resulta incompatible, aunque con el tiempo también puede conseguirse que una determinada especie se amolde a una temperatura que no es la suya. Es el caso de los peces espiga o los killis.
En función del propio tamaño de las especies las hay que no pueden estar en una pecera pequeña, pero también que las hay que no pueden convivir con otras. Por eso o bien se pueden habilitar propios espacios diferenciados dentro del acuario o ubicarlos en otro diferente.
¿Qué peces no tener en un acuario?
Aunque a simple vistas nos parezcan todos iguales no se puede tener toda clase de peces en un acuario. La combinación de peces puede llegar a provocar verdaderos quebraderos de cabeza porque unas especies no pueden convivir con otras. Además, y dada la superficie en el caso de acuarios de gran tamaño, lo ideal es mezclar peces que nadan por el fondo con aquellos que lo hacen por la superficie y, de paso, aprovechar para introducir alguna de las especies limpiadoras, que de por si ayudarán a mantener en mejores condiciones la pecera.
Lo primero que hay que distinguir es entre peces de agua dulce y peces de agua salada. Los primeros son los que solemos encontrar habitualmente en acuarios. Los de agua salada no están en peceras habitualmente porque se han de crear unas condiciones específicas para ellos. Son, sin embargo, los que resultan más vistosos desde el punto de vista estético.
Entre los peces de agua salada más vistosos encontramos el pez payaso -el mismo que protagoniza la película Buscando a Nemo, el pez dragón, el pez cirujano, el pez murciélago o el salmonete. Se trata de especies que habitan en el mar, en una gran superficie de agua por la que pueden nadar con libertad, por lo que no siempre acaban de acostumbrarse a estar en pequeños habitáculos.
Estos peces acaban falleciendo si se les introduce en un acuario debido a la alta concentración que hay de productos químicos en uno de las peceras más habituales. Para poder tener esta clase de mascotas hay que habilitar un acuario especial en el que se controle y mantenga la alcalinidad del agua y los saldos de la salinidad.
La mayoría de los peces de agua salada necesitan un pH entre 8,2 y 8,4, así que hay que trabajar para que nunca baje de 8. Asimismo se ha de acondicionar el espacio con arena y piedras traídas de la playa en lugar de las que venden en los establecimientos, porque son más propios de un entorno a los que están acostumbrados estos peces.