Cada tipo de perro está sujeto a una serie de necesidades básicas muy diferentes. Desde esbeltos caninos como el bichón maltés, donde la principal preocupación está sujeta, en gran medida, a su aseo diario y al minucioso cuidado de su pelaje, hasta razas tan antiguas como la del mastín napolitano, cuya alimentación, cuidado físico y educación ocupan uno de los puntos más imprescindibles de su vida diaria.
Así, considerado desde antaño como el perfil perfecto de lucha y guerra, parece que con el paso de los siglos, su fuerza y su aspecto robusto han ido haciendo que esta variante de mastín sea también entendido como un buen compañero de vida fiel y pacífico. Aunque este cambio no nace de la noche a la mañana. Y es que gracias al esfuerzo y al trabajo del ser humano (entre otros factores), muchos cachorros han acabado supliendo su función natal por una un tanto más renovada.
Razas como el collie, el chow chow, el shih tzu, el airedale terrier, el rottweiler, el doberman pinscher o el mastín napolitano han echado sus antiguas funciones de guardia a un lado para ocupar otros cargos diferentes o compaginar su fuerte instinto protector y de defensa con funciones muy distintas. Y como objeto de ello se encuentra la importancia de un buen adiestramiento y una buena socialización con el resto de perros y personas.
Orígenes del mastín napolitano
Esto es lo que ocurre exactamente con el mastín napolitano. Una de las razas de perro más antiguas del mundo cuya función original dista mucho de aquella que hoy en día ocupa en muchas familias. Comenzaremos hablando de sus orígenes y de los motivos que le hicieron instalarse en Europa. En primer lugar, se dice que el mastín napolitano desciende de una antigua raza de perro romana de tipo moloso.
Una categoría canina a la que también pertenecen el bóxer, el bulldog y el dogo argentino y que se caracteriza por compartir un aspecto musculoso, con fuertes mandíbulas, y fines de defensa. En concreto, parece que sus raíces están sujetas directamente al dogo del Tíbet, considerado como el precursor de todos los perros molosos. De esta forma, existen dos teorías que justifican la verdadera expansión de esta raza tan robusta y pesada.
Por un lado, con Alejandro Magno como protagonista, haciendo que los primeros mastines asiáticos fueran trasladados desde la India hasta Grecia y dándoles a conocer entre la civilización romana. Asimismo, hay quienes aseguran que fueron los fenicios quienes se encargaron de trasladar a este raza hacia las Islas Británicas, haciendo que su presencia en la zona del Mediterráneo y en la parte oeste de Europa fuera cada vez más notoria.
De una forma u otra, seguro que su fuerte carácter y su función guardiana fue aprovechada en cualquiera de los dos casos. Sobre todo durante la época romana, donde se asegura que fueron utilizados como verdaderos animales de guerra para luchar contra ejemplares salvajes, como osos, leones y tigres, e incluso contra los propios gladiadores. Además, también se encargaban de proteger y vigilar muchas villas romanas contra el ataque enemigo.
El mastín napolitano o perro guardián
Sin embargo, el paso del tiempo ha logrado que ciertas características del mastín napolitano también cambien. Y es que, si bien se puede afirmar que el sentido protector lo continúa manteniendo, parece que detrás de esa imagen tosca, ruda y maciza existe asimismo cabida para la afectuosidad, el cariño, la ternura y la cercanía. Así es como se podría definir a esta raza tan antigua y peculiar. Una mezcla explosiva que le hace ser muy especial entre los suyos y que se consigue gracias a una buena educación.
Como no, la parte más importante para criar a un animal tan particular como el mastín napolitano. Porque el correcto adiestramiento siempre hará que tanto la mascota como la propia familia a la que pertenece vivan en perfecta armonía. Así, además de poseer un fuerte carácter y resultar en ocasiones posesivo, territorial y dominante ante algún desconocido, se podría decir que la lealtad, la nobleza y la inteligencia son tres de las peculiaridades que mejor encajan con ellos.
Por supuesto, y aunque con mayor frecuencia sean tratados como animales de compañía, aún se siguen adiestrando como vigilantes y guardianes de casas y granjas. Por norma general, no se le suele considerar un perro ni agresivo ni ladrador, aunque siempre alertará de posibles peligros e intrusos. Además, si es adiestrado desde una edad temprana, puede llegar a convertirse en un perro de lo más sociable, obediente, cariñoso, dulce y pacífico, aunque es posible que con gente extraña se desenvuelva de una forma completamente contraria.
Características físicas y alimentación
A primera vista, uno de los puntos que más puede llamar la atención en un mastín napolitano es su apariencia tan pesada y fuerte. Se trata de un cachorro que puede llegar a medir entre 70-76 cm. y cuyo peso puede oscilar entre los 60-80 kg., llegando incluso a alcanzar los 100 kg. Es por ello por lo que debe estar sujeto a una correcta alimentación y a una rutina de ejercicio, para así poder mantener un perfecto estado de salud.
Su pelaje suele ser corto, liso y espeso y de color cervato, negro, rojizo o caoba. Deberá ser cepillado al menos una vez por semana y bañado cada mes y medio o dos meses, poniendo especial atención al secado de los pliegues. En cuanto a su promedio de vida, la longevidad de este raza de perro suele encontrarse entre los 7-10 años. Asimismo, y aunque esté caracterizado por su fortaleza y su instinto de protección, este mastín ha llegado a desarrollar tareas a lo largo de su vida tan arduas, complementarias y diferentes como perro de guerra, animal de compañía, auxiliar de policía e incluso perro de arrastre de trineos.
Una serie de funciones ejercidas gracias a un buen entrenamiento físico y sobre todo a una correcta y saludable alimentación. Algo que además merece especial atención y cuidado en esta raza canina. Una dieta realizada a base de grandes cantidades de carne, arroz y pan que le ayude a evitar el alcance del sobrepeso. Es por esta razón también por la que el mastín napolitano debe estar sometido a una constante rutina de ejercicio, para evitar que posibles enfermedades como la displasia de cadera y la cardiomiopatía aparezcan.
Vida en familia
Una serie de cuidados que deben estar muy presentes en el seno de la familia que quiera cuidarlo. Aunque también para ello se presentan una serie de requisitos. Y es que el mastín napolitano, al igual que el resto de razas, solo pide que sean lo suficiente queridos y tratados de la mejor forma posible, atendiendo a todas y cada una de sus necesidades y haciendo que tanto su vida como la del resto de la familia sea mucho más sencilla y llevadera. Aunque, eso sí, ofreciéndole el espacio físico que se merece.
Porque un animal con las características de esta raza no es que sea lo más recomendable para tener en un piso o apartamento pequeño. Este mastín necesita su espacio. Un lugar en el que se encuentra a gusto y pueda llevar a cabo una vida de lo más saludable. Así, se aconseja que el dueño que se haga con un cachorro como este disponga de una vivienda con un amplio jardín. Además, en cuanto a la relación con los miembros de la familia, el mastín se convierte en una de esas razas deseadas por cualquier amante de los animales, ofreciendo un trato estupendo tanto con adultos como con niños.