Desde siempre, los gatos se han conocido por ser unos animales bastante aseados. Esta fama de higiénicos está más que merecida pues se pasan horas cada día acicalándose con sus pequeñas lenguas. A pesar de esto, existen casos en los que el felino acaba muy sucio y es inevitable para él y para su dueño el tener que bañarlo.
El miedo a mojar a un gato, sucio o limpio, no sólo lo siente el propio minino sino también el propietario de este ya que, por muy dócil que sea, casi todos los gatos se convierten en auténticos leones si intuyen que los vas a limpiar o simplemente al contacto con el agua. Si no hemos acostumbrado desde cachorro a nuestra mascota, el momento del baño, aunque sea una tarea laboriosa, no tiene por qué significar un episodio traumático para los dos.
Si bañar a tu gato es inevitable porque está sumamente sucio o porque tiene el pelaje muy pegajoso o con alguna sustancia peligrosa en caso de que la lamiera, el poder hacerlo sin ocasionarle estrés puede ser posible si sigues una serie de pautas. Es muy importante prepararlo para el momento clave y ser muy cuidadoso a la hora de acercarlo al agua.
La reacción del felino al agua
Si no se tiene la suerte de tener un gato que se vuelva loco de alegría con el agua, lo más probable es que el minino la evite con todas sus fuerzas. A menudo, muchos gatos se esconden en el lugar que consideran más seguro de la casa con sólo olerse que van a ser bañado. Lo más importante de todo esto es no forzar al animal pues si lo haces, pronto te encontrarás en medio de un combate cuerpo a cuerpo del que saldrás perdiendo y con cientos de arañazos por tu cuerpo.
Lo que se debe de hacer es no insistir. Se debe acabar con esa sensación de inseguridad y hacer del baño un momento de calma. Es conveniente hablar y acariciar a nuestro gato durante todo el proceso para aliviar la ansiedad que seguramente esté experimentando el animal en esos momentos de tensión. El ambiente del cuarto donde lo vas a limpiar debe ser tranquilo.
Consejos para preparar el momento del baño
Antes de intentar meter a tu mascota en el agua, córtale las uñas. Esto lo puedes hacer uno o dos días antes del momento crucial y hará que, si el gato reacciona violentamente de primeras, tú no resultes arañado por todos lados. También, otro paso que nunca jamás deberás omitir es el de cepillarle el pelo, aunque este esté sucio. Cepillar al gato ayudará a quitarle cualquier nudo de su pelaje, los cuales son mucho más difíciles y dolorosos de quitar una vez que este está mojado.
Elige una hora en la que tu gato esté más tranquilo. Los momentos de después de comer suelen ser ideales porque ahí el felino se encuentra satisfecho. Si de todas formas, la energía del animal está a tope, prueba a agotarlo físicamente antes de meterlo en la bañera para que, llegado el momento, apenas tenga fuerzas para oponerse.
Otro truco que puedes usar es colocar algunos juguetes especiales para gatos o que le encanten a tu mascota dentro de la tina vacía donde lo vas a bañar. Una vez que el minino esté jugando con ellos, puedes ir agregando muy poco a poco el agua. Recuerda que la temperatura de esta debe de resultar tibia, en torno a los 30 grados.
Otro aspecto que debes tener en cuenta es que, cuando introduzcas al felino en la bañera, el chorro de agua no esté saliendo del grifo. El ruido que provoca el agua corriendo llegará al oído de tu mascota y esta inmediatamente lo asociará con el temido momento del baño. Lo ideal es ir introduciendo poco a poco al gato.
Cómo bañar a tu gato
Si no quieres que el felino salga disparado del cuarto de baño, nunca uses el chorro de agua directamente sobre el cuerpo del animal. La presión, por muy leve que sea, le resultará muy incómoda y brusca. Lo ideal es ir mojándolo poco a poco con tus manos, sin echarle todo el agua de golpe. Usa un poco de champú, utiliza siempre uno especial para gatos, y lávale el cuello, el cuerpo, las patas, barriga y la cola de tu mascota.
Empieza primero por el cuello y desplázate hacia su cola en la dirección del crecimiento de su pelaje. Báñalo con un movimiento de masaje tranquilo y suave de forma que el animal se sienta tranquilo y no asustado. A la hora de limpiar a la mascota, actúa como si estuvieras acariciándolo y con la mayor naturalidad posible.
Para minimizar el riesgo de crearle una infección de oído y si eres capaz, colócale una bolita de algodón en cada oreja. Esta puede reducir también el sonido del agua y así hacer que tu trabajo sea más fácil de llevar a cabo. Si el baño que le darás a tu mascota es contra las pulgas, moja primero el área alrededor de su cuello pues las pulgas tratarán de escapar a las áreas secas de su cuerpo. Mojándole el cuello mantendrá alejados a estos bichitos de su cabeza.
Una vez consideres que tu gato ya está limpio, retira todo el jabón que tenga en su cuerpo. Sé muy meticuloso con este paso ya que si le quedan restos podrían ocasionarle luego picores y malestar. Seca a tu gato con una toalla y con un masaje suave y, sobre todo, nunca utilices un secador si es el primer día que bañas al animal.
Lo recomendable es utilizar un secador de bajo ruido y encenderlo unos segundos antes de utilizarlo sobre el felino para que este se habitúe al ruido del aparato. Para que vea que el secador es inofensivo, haz breves maniobras de acercamiento y nunca seas movimientos bruscos que puedan asustarle. Ten paciencia y poco a poco se dejará. Lo ideal es convertir el momento del baño en un ritual y que el gato sepa todo el tiempo qué es lo que el dueño va a hacer y así poderse anticipar a lo que va a ocurrir.
Cumpliendo todo lo anterior, tu mascota estará tranquila porque sabrá cómo funciona todo el proceso del bañar y porque no esperará sorpresas desagradables. Por lo general puede ayudarte alguien pero intenta que siempre sea la misma persona la que vaya a limpiar a tu mascota. Estableceréis un vínculo de confianza que notarás y agradecerás gratamente en el comportamiento de tu gato.