Entre las muchísimas razas de gato que hay unas son más conocidas por tener más renombre o por alguna característica específica de los ejemplares que se encuentran en ella. Todos conocemos los siamés, siberiano o persa, pero ¿sabes realmente cómo distinguirlos?
Los gatos persa son probablemente la raza de gato más conocida. A pesar de que no se trata de un gato excesivamente común como animal de compañía, por los muchos cuidados que precisa, se trata de la raza más numerosa en el inventario gatuno. ¿Quieres saber más sobre esta raza de gato?
Sus exóticos orígenes
Teniendo en cuenta su nombre ya habrás imaginado que sus orígenes se remontan a la antigua Persia. Como pasó con otros muchos animales, incluso algunos alimentos, el gato persa se introdujo en Europa como un regalo, muy bien considerado por su carácter exótico. Llegó en el siglo XVII formando parte del botín de unos vencedores en los terrenos que ocupa actualmente Irán.
Del viejo continente dio el salto a América y actualmente se han convertido en la raza de gato más poblada en el mundo. En un principio por los pocos ejemplares que había y, posteriormente por su aspecto y cuidados requeridos, este felino se asoció con el lujo y se convirtió en una raza de gato extendida entre la alta sociedad o los famosos.
Características
Y qué es lo que tiene de especial el gato persa. Pues principalmente su largo y abundante pelo. Si se cuida el pelaje del modo adecuado resulta de lo más bonito, pero también acaba por ser un problema si el felino no recibe los cuidados adecuados por parte de su cuidador.
Esto, y otras características propias del animal, lo convierten en una raza de gato doméstica. Su delicado pelaje no resulta adecuado para andar por la calle o buscar alimento. Podríamos llegar a definirlo como un gato acomodado que requiere del continuo cuidado de sus dueños y que tiende a pasar los días acurrucado en el sofá.
El persa es la raza de gato con el pelo más largo. Tal es así que lo recomendado es cepillarle el pelo a diario y acudir a un estilista felino al menos un par de veces al año. Suelen precisar de champús y productos capilares específicos.
Fácil convivencia
Los lujos que recibió en el pasado convierten al persa en una raza de gato doméstica y como tal no suele tener problemas de convivencia. Puede vivir en la misma casa con otros gatos, incluso otros animales, sin dar lugar a peleas.
No tienen instinto de supervivencia así que tampoco son problemáticos, pero como se vean inmersos en una riña tienen las de perder. Además tienen cierta tendencia a engordar por lo que hay que vigilar su peso, especialmente si se les esteriliza.
Requieren muchos cuidados
Al ser una raza de gato doméstica es más que recomendable que su dueño sea una persona hogareña y que guste de pasar tiempo con sus animales de compañía. El persa es tranquilo pero, como ya comentamos anteriormente, requiere de cuidados.
Hay que vigilar su alimentación, puesto que le gusta comer en exceso pero es bastante sedentario, y habría que peinarle el pelo a diario, lo que a su vez ayuda a reforzar el vínculo entre dueño y felino. Si reciben cariño lo devuelven en la misma medida.
Por ello están especialmente indicados para gente que sale poco de casa y requiere compañía. Es el caso de personas mayores o limitadas físicamente, que pueden cuidar del animal estando simplemente sentados en un sillón. Esto basta para darles cariño y prestarles las atenciones que requieren.
Por el contrario no están indicados como animal de compañía de niños, que buscarían básicamente jugar con ellos, ni personas que por una u otra cuestión no pudieran prestar una atención continuada al felino. Sus cuidados suelen conllevar un gasto económico mayor que otros felinos, algo que es importante tener en cuenta a la hora de decantarse por una u otra raza de gato.
Alimentación y larga vida
La alimentación del gato persa no requiere excesiva atención, pero sí cuando veamos que el animal está ganando peso, ya que al no ser especialmente atlético la comida es la forma de controlar que no engorde en exceso.
El gato persa suele tener una longitud de algo menos de medio metro, una altura de 30 centímetros y un peso que oscila entre los 3,5 y los 7 kilogramos, tendiendo a coger peso según van pasando los años.
Se trata de una raza de gato que suele gozar de buena salud y viven entre 15 y 20 años. La mitad de ellos sufren durante buena parte de su vida una enfermedad llamada riñón poliquístico -aparición frecuente de quistes en el riñón- que con el tratamiento adecuado les permite seguir su rutina con normalidad.
Además, hay que cuidar que no acabe por comerse el propio pelo que va perdiendo, porque podría tener complicaciones al formársele bolas en la garganta o el estómago. Es habitual también que las hembras sufran abortos.
Varias subrazas de persa
La raza de gato persa es fácilmente identificable por su pelo largo en abundancia, sus pequeñas patitas , nariz y orejas pero no hay un único modelo. Se han identificado hasta 13 tipos de gato persa en función de su color de pelo, tamaño y cabeza.
Esto se debe en buena parte al hecho de que, como se consideraba un gato de lujo, era frecuente cruzarlo con otras razas de gato dando lugar a numerosas subrazas.
Por lo general todo gato persa tiene un cuerpo pequeño y redondeado cubierto por un pelo que puede ser de colores muy diversos. Blanco, gris y arena son los más habituales, aunque en ocasiones presentan un pelaje bicolor. También varía el color de sus ojos que pueden llegar a ser amarillos o de un tono rojizo.
Si estás buscando un felino y optas por un gato persa has de saber que t e acompañará durante muchos años y te será siempre fiel. Será muy mimoso y como requiere de cuidados especiales mantendrá una estrecha relación con su cuidador.