Los gatos son unos animales muy territoriales y también muy nerviosos. Les gusta encontrarse en un entorno que conocen y cuando por alguna razón tienen que trasladarse no lo hacen sintiéndose cómodos. El viaje puede resultar de lo más estresante para un gato, así que su dueño ha de procurar hacer que se sienta seguro y confiado a fin de que resulte una buena experiencia para los dos.
El gato es una mascota que suele encontrarse en casa o en los alrededores de la misma. No se aventura a sitios lejanos ni es dado a dar paseos, como puede ocurrir con los perros. Por eso a la hora de tener que moverlo de lugar vamos a tener que hacer la mayor parte del trabajo. Esto supone también contar con las herramientas necesarias para facilitarle el viaje.
Aunque pueda parecer que esto sólo va a ser necesario cuando uno se vaya de vacaciones y se lleve a su mascota no es cierto. Algo tan habitual como una visita al veterinario requiere de prácticamente la misma preparación. Por pequeño que sea el recorrido no es nada recomendable transportar a la mascota en brazos o en algún espacio improvisado, como puede ser una caja o un bolso.
Un viaje puede ser algo muy estresante para los gatos
Planificar el viaje
Para realizar un viaje con el gato se precisa de una pequeña preparación. No basta con introducir a la mascota en una jaula para gatos, sino que hay que tratar que primero se familiarice con ella y así conseguir que su transporte sea lo más tranquilo posible.
Los gatos, además de ponerse nerviosos ante los cambios de ubicación, también se pueden marear durante un viaje al igual que nos ocurre a los humanos. Para evitar problemas en este sentido lo mejor es consultar con el veterinario. El especialista puede recetarle algún calmante para tratar de paliar sus nervios y también para evitar los vómitos.
Si nunca antes hemos viajado con el animal pero su conducta denota nerviosismo, es aconsejable darle un sedante ligero, que se puede mezclar con su comida o bebida para que ni siquiera lo perciba cuando lo tome.
Para evitar los vómitos, además de medicación, hay quien apuesta por no dar de comer al gato varias horas antes de la salida del viaje. De este modo no se evitan los mareos, pero sí los vómitos. Si se trata de un viaje largo y/o en transporte público es necesario tener a mano la documentación de la mascota. En el avión o el tren es obligatorio presentarla antes de iniciar el desplazamiento.
Durante el viaje, y viendo como el propio animal va reaccionando, se le puede alimentar. Es importante llevar agua para darle de beber de vez en cuando, especialmente cuando se trate de un recorrido de varias horas. Hay que recordar que lo que buscamos es que el animal se encuentre cómodo en una situación para él resulta de lo más estresante.
El transporte
La forma más habitual de realizar el transporte de un gato es en una jaula pensada específicamente para este tipo de mascotas. Son cómodas de manejar para los dueños, suelen contar con un asa, y permiten al gato sentirse cómodo en su interior, desde donde tendrá una correcta visión de lo que pasa a su alrededor pero no podrá salir. Para hacerle aún más placentero el viaje puede colocarse en su interior una manta o juguete con el que esté familiarizado. Incluso se puede rociar la jaula con feromonas felinas.
La primera vez que vayas a introducir al gato en su jaula has de considerar la posibilidad de realizar varias pruebas antes. Puede tardar un tiempo en adaptarse a ella y eso puede suponer un retraso en un viaje planificado. Para evitar problemas de horarios días antes abre la jaula, déjale entrar en ella y que se vaya familiarizando con la misma.
Por pequeño que sea el recorrido no es nada recomendable transportar a la mascota en brazos o en algún espacio improvisado
Medios de transporte
El medio de transporte que se va a utilizar para el viaje también es importante. Un vehículo propio es el más recomendable porque permite prestar mayor atención al animal en el sentido de que se puede parar cada cierto tiempo, dejarle salir de la jaula, acariciarle, jugar con él y permitirle caminar un poco.
En el caso de optar por un coche hay que tener en cuenta que es obligatorio que el animal vaya en una jaula, que es recomendable colocar en el suelo de la parte trasera del vehículo. Nunca en el maletero, porque la oscuridad hará sentirse al gato más nervioso.
Transportes públicos como el tren o el autobús, así como determinadas compañías aéreas, permiten viajar acompañado de mascotas. Hay que revisar sus condiciones antes de emprender el viaje y tratar de que te permitan llevar la jaula junto a tu asiento.
Ten en cuenta que esto suele acarrerar un precio extra, pero merecerá la pena. Si relegan a tu mascota a la bodega, con el equipaje, a buen seguro que la experiencia no será nada satisfactoria para el gato, que se sentirá abandonado en un espacio que le es desconocido. Cuando el viaje finalice estará nervioso y reacio a cualquier contacto.
Al margen de organizar un viaje en el que el animal sea acompañado por su dueño hay multitud de empresas que hoy en día ofrecen el transporte de mascotas cuando se trata de acontecimientos tales como una mudanza. Suelen contar con personal especializado que acompaña al gato durante todo el trayecto.