Los perros y los gatos, animales domésticos por excelencia, están perdiendo la hegemonía de la que gozaban y cada vez son más los que deciden hacerse con mascotas de todo tipo para que se conviertan en sus nuevas compañeras de vida. Serpientes, arañas, iguanas o loros son cada vez más frecuentes en los hogares.
Si bien es cierto que estos animales pueden aportar un toque fresco y exótico a las vidas de sus dueños, no hay que olvidar que son seres vivos y que tienen sus propias necesidades, muy diferentes a las de los felinos o los canes. La falta de información, a veces provoca que la mascota enferme y en el peor de los casos, muera.
Por ello, es muy importante conocer bien las características, exigencias y cuidados que va a necesitar el animal antes de llegar a hacerse con él. En ocasiones, el entusiasmo por apropiarse una mascota extravagante nubla el juicio de las personas y se olvidan de que, a parte de un nuevo amigo, están adquiriendo una gran responsabilidad con él. Su vida está en manos del dueño.
Las tortugas no se libran de la inconsciencia que a veces llega a tener el ser humano y, por desgracia, es uno de los animales de compañía que presentan un elevado un índice de muertes prematuras. En la mayoría de los casos, los galápagos pasan a mejor vida como consecuencia de un mal cuidado por parte del amo. Descuidar la alimentación, permitir que la suciedad se acumule en el agua o no respetar la hibernación son solo algunas de las negligencia s que, por supuesto, sin mala intención, comenten los humanos que han decidido convivir con una tortuga, llevando a ésta a sufrir una enfermedad.
Los quelonios son unos reptiles muy delicados, por lo que hay que llevar un especial cuidado con ellos. Lejos de esta realidad, muchas personas consideran que se tratan de seres simples y que les basta con que se les de de comer. Así, para arrojar algo de luz sobre la salud de estos pequeños (a veces no tanto) lagartos, se desglosarán a continuación las principales enfermedades que pueden sufrir, cuáles son sus síntomas y cómo ponerles remedio.
Enfermedades respiratorias
La tortuga se ha resfriado. Puede tener un origen vírico o bacteriano y suele estar relacionado con falta de vitamina A o una mala higiene en el agua. Los síntomas son parecidos a los de los humanos: secreción nasal, sueño, pérdida de apetito, exceso de moco e incluso jadeo. El galápago se mostrará inactivo y tenderá a nadar de lado y con la boca abierta.
Una buena opción es subir la temperatura del agua en la que habita y mantener la habitación cerrada para evitar corrientes de viento. Si después de unos cinco días de cuidados no se observan mejoras en la tortuga, se hace recomendable visitar a un veterinario para que la enfermedad no vaya a más.
Malformaciones y heridas en el caparazón
Una alimentación escasa en vitaminas y nutrientes suele ser la causa de que el caparazón de la tortuga se agriete, estropee o presente malformaciones. La más frecuente es el piramidismo, por la que el esqueleto se hincha y se eleva. Enriquecer el agua en la que vive con calcio ayudará a fortalecer la armadura del animal y acabar con esta enfermedad.
En cambio, si se aprecian heridas y cortes más graves pueden haber sido provocados por algún hongo, virus o traumatismo. Se debe acudir al veterinario de inmediato porque una herida profunda puede haber dañado algún órgano vital de la tortuga.
Problemas oculares
Los quelonios son muy susceptibles de sufrir alguna enfermedad de los ojos. Se advierten de forma muy sencilla, presentando el lagarto una inflamación notoria y pasando más tiempo del habitual con los párpados cerrados. Una vez más, la principal causa es la falta de vitamina A o un agua en precarias condiciones e higiene.
Para poner remedio a la infección, se deben lavar los ojos de la mascota con suero fisiológico unas dos veces al día. Si no se observara mejora, se deberá acudir de inmediato al veterinario para que valore el problema de forma profesional.
Abscesos
Se trata de inflamaciones notorias que se producen en alguna parte del cuerpo del animal, normalmente en la zona del oído medio. De nuevo, suele estar relacionado con una hipovitaminosis ( falta de vitamina ) o una higiene deficiente del acuario.
Anorexia invernal
Cuando a las tortugas les es imposible hibernar por las condiciones climáticas a las que están expuestas, pueden sufrir un adormecimiento profundo y dejar de comer, llegando incluso a morir de hambre. En este caso, existen dos opciones. Por un lado, se puede hacer que la tortuga hiberne asegurando las condiciones de invierno que necesita (poca luz y temperaturas bajas). Por otra parte, se puede recurrir a lo contrario y recrear un verano constante manteniendo la luz y la temperatura cálida de forma artificial.
Problemas estomacales
Los principales suelen ser el estreñimiento y su antítesis, la diarrea. El primero suele hallar su causa en un acuario pequeño que puede estresar a la tortuga. Para remediarlo, suele ser suficiente con bañar en agua templada al reptil durante unos 30 minutos. Si después se sigue observando que el galápago no va bien al baño, se deberá acudir a un veterinario para que encuentre una solución.
La diarrea, por su parte, suele estar provocada por un exceso de fruta o lechuga en su dieta. Así, se debe completar su alimentación con algo de alfalfa o con productos que no contengan tanta agua. También es bastante frecuente que el cólico venga acompañado de lombrices u otros parásitos, que suele estar directamente relacionado con la mala higiene del agua y de la tortuga o de una comida en mal estado. En este caso, lo mejor será acudir al veterinario.
La salud del galápago va a depender en gran medida de los cuidados y la atención que su amo le preste. Se hace esencial conocer la procedencia del reptil y adquirirlo en un sitio de confianza que garantice que es un ejemplar sano y, sobretodo, que no se trata de una especie en peligro de extinción.