Cuando se habla de la enfermedad de la rabia, esta suele asociarse rápidamente con los perros, así como con otros mamíferos como los murciélagos o incluso las ratas. Pero son pocos los dueños que tienen un gato y asocian la rabia con su mascota, porque no se suele hablar mucho de la conocida como rabia felina. No obstante, los gatos también se pueden contagiar de esta enfermedad y, como sucede con cualquier otro mamífero, eso supone inevitablemente la muerte del animal.
Debes saber que la única forma de prevenir que tu gato se contagie de la rabia y acabe muriendo a causa de esa enfermedad, es vacunarle. Hay una vacuna que permite que sea totalmente inmune, que debe repetirse todos los años en la dosis que dicte el veterinario; esta vacuna es obligatoria por ley. Si bien es cierto que la rabia no es una enfermedad tan común en los gatos como en los perros, el riesgo continúa estando ahí, sobre todo si tu gato puede pasear a su antojo fuera de casa.
Si no has vacunado a tu gato previamente y crees que podría tener la rabia, l o primero que debes hacer es llevarle inmediatamente al veterinario. Por desgracia, si el resultado es positivo no quedará más remedio que sacrificar al animal, puesto que cualquier mordedura podría provocar que tú también te contagiaras, y tampoco hay cura para la rabia en humanos. Es por eso que se obliga a los propietarios a vacunar de la rabia a sus mascotas, para prevenir cualquier desgracia.
¿Cómo sé si mi gato tiene la rabia?
En el caso de que tu gato esté al día con todas las vacunas, la posibilidad de que se haya contagiado de esta enfermedad es prácticamente inexistente. Aún así, siempre viene bien que sepas todo lo relacionado con la rabia para poder estar alerta.
La rabia es una enfermedad infecciosa y viral, capaz de afectar a todos los mamíferos. Es muy grave, puesto que afecta al sistema nervioso central y acaba causando una encefalitis aguda; a esto hay que sumarle que se puede contagiar entre especies, con lo cual los propios humanos corren peligro. Además no tiene cura en ninguna especie. Esta enfermedad tiene varias etapas: el periodo de incubación, el periodo prodrómico, la fase furiosa y la fase paralítica.
Durante el periodo de incubación, que puede durar incluso varios meses, el gato no presenta ningún tipo de síntoma; normalmente, al mes se suelen comenzar a dar las primeras evidencias de la enfermedad. Cuando comienza el periodo prodrómico, que es justo al finalizar la incubación, el gato se muestra mucho más cansado que de costumbre y puede llegar a vomitar; además, tendrá periodos en los que se mostrará muy excitado. Esto durará en torno a dos días, pero se puede alargar hasta más de una semana, y es cuando los dueños comienzan a darse cuenta de que algo sucede.
Tras esta fase, suele llegar la conocida como fase furiosa, que es muy característica de la rabia. El gato se mostrará enfadado, tendrá mucha facilidad a la hora de atacar, su carácter cambiará completamente... Y aquí se pondrá en riesgo directo la salud del humano que le acompaña, puesto que un mordisco podría bastar para contagiar la enfermedad. Aunque debes saber que el contagio puede darse también por un arañazo o por un lametón, con lo cual el riesgo real existe desde el mismo momento del contagio.
La última fase es la paralítica, y será cuando el gato comience a sufrir espamos, caiga en coma y acabe muriendo. No es agradable de vivir, no es algo que ningún dueño desee para su mascota, y es por eso que hay que estar pendiente antes de que llegue esa fase, para poder evitarle tanto sufrimiento.
Mi gato tiene la rabia. ¿Qué hago?
Si tu gato comienza a tener comportamiento atípico, se muestra muy irritable, babea en exceso, vomita o tiene aversión al agua, debes comenzar a preocuparte. El problema de la rabia es que se puede confundir con otra enfermedad, y eso acaba poniendo en serio peligro la vida de cualquiera que esté cerca de un gato infectado.
En el momento en el que comiences a sospechar, debes llevar rápidamente tu gato al veterinario para que le haga las pruebas pertinentes. Aísla al animal, e intenta que no entre en contacto ni con otros seres humanos (contigo tampoco) ni con otros animales; recuerda que la rabia es una enfermedad que se contagia muy rápidamente. Desgraciadamente, si da positivo, deberás despedirte de tu gato. No hay cura para la rabia, no hay tratamiento ninguno, y la única opción que el veterinario te dará será la eutanasia. Pese a que pueda darte mucha pena el despedirte de tu mascota, su final va a ser el mismo, con lo cual es mejor evitarle el mayor sufrimiento posible y sencillamente dejarle irse. Será el veterinario el que te dé las indicaciones, y el que te explique cómo se debe seguir en cada caso concreto.
La vacuna es la solución
Independientemente de que tu gato pueda o no salir de casa, e independientemente de que esté en contacto con otros animales de forma habitual, debes vacunarle de la rabia en el momento pertinente. Es muy importante que se ponga la vacuna, y que se repita la dosis necesaria todos los años, y no hay excusa posible en este aspecto porque lo que está en juego es la vida de tu gato, así como la salud de todos los que están a tu alrededor.
Tener una mascota conlleva una gran carga de responsabilidad, y entre esa responsabilidad se encuentra el cuidar la salud del animal siempre que sea necesario. Si acudes al veterinario conforme adoptes o compres a tu gato, seguramente te sepa informar de todos los riesgos que conlleva el no tener al día las vacunas. Si bien es cierto que en España la rabia se considera una enfermedad erradicada, cualquier pequeño roedor podría acabar contagiándosela a tu gato, incluso aunque este no salga de casa. Recuerda: con la vacuna, podrás evitar cualquier problema de este tipo, y tu gato no estará en peligro.