Una mascota se convierte en muchos casos en uno más de la familia. La relación con los animales es diferente a con los humanos, pero eso no significa que no se puedan crear lazos especialmente fuertes con el animal de compañía que nos puede acompañar durante varios años de nuestra vida.
Esto es especialmente importante en el caso de niños, que han pasado buena parte de su infancia o adolescencia conviviendo con una mascota. De ellos aprenden valores y responsabilidades y lecciones que pueden serles beneficiosas para el futuro, para cuando entren en su edad adulta.
Lo mismo ocurre con los mayores, especialmente si viven solos. En ese caso, la mascota se convierte en su compañero de piso y en alguien tan importante para ellos, e incluso más, como otro ser humano. Es por ello que cualquier cosa que les ocurra es importante, ya sea una enfermedad y sobre todo su muerte.
¿Cuánto vive un gato?
Alguna mascota puede durar tantos años como una persona, pero hay otras que no. En ese caso es más que probable que su dueño sobreviva a la muerte del animal, algo que puede afectarle emocionalmente. Es lo que ocurre si con perros y gatos, animales que tienen apenas unos años de vida.
A partir de los 10 años son sedentarios
Un gato doméstico vive muchos más años que uno callejero, que no suele sobrevivir una vez cumplidos los cinco años. Alejados de los peligros de la calle, alimentados y cuidados por sus amos suelen tener garantizada una vida que supera tranquilamente la década. Por ello son fundamentales los cuidados y la dieta que se le dé a la mascota.
Sin embargo su crecimiento es de lo más peculiar, porque es en los primeros años de vida del gato, hasta que cumple tres años, cuando se produce el mayor envejecimiento. En ese tiempo, alcanzaría los 25 años de un adulto. A partir de entonces cada año felino sería el equivalente a cuatro años de un ser humano.
Prepararse para su muerte
Conocedores de todo ello aquellos que tienen un minino como mascota han de ser conscientes de que es muy probable que el animal no alcance los 20 años. Resultará inevitable encariñarse con él, pero es de lo más recomendable no perder la perspectiva de que su muerte se producirá antes que la nuestra.
En la mayor parte de los casos seremos conscientes de que su fallecimiento está cercano por el hecho de que sus enfermedades serán cada vez más graves o le notaremos decaído y falto de ganas de jugar . A partir de su décimo cumpleaños es habitual que los gatos lleven una vida más sedentaria. Es entonces cuando deben recibir cuidados especiales y mimos por parte de su cuidador, devolviéndole el cariño recibido en los años anteriores.
¿Cómo asumir la muerte de los gatos?
En la mayor parte de los casos podemos saber que la muerte de nuestro gato está próxima atendiendo a los síntomas mencionados anteriormente. Es por ello que debemos tratar de reconfortar al animal en la medida de nuestras necesidades y hacernos a la idea de que en breves fallecerá.
Podemos realizarle un funeral
La muerte de una mascota afecta a todos los miembros de la familia, pero especialmente a los menores. Con los niños hay que tener especial cuidado a la hora de tratar el fallecimiento de un animal de compañía. Puede ser la primera vez que se enfrenten a una muerte cercana, así que es necesario hablar con ellos, explicarles lo que ocurre y contestar sus preguntas.
Lo mejor es tener una charla previa, cuando veamos que el gato está muy debilitado y su muerte está próxima, para que puedan despedirse del animal. Hablarles de que la muerte es parte del ciclo de la vida y que ambas están unidas. Hay que decirle que es habitual sentirse triste por la pérdida de un ser querido, incluso llorar.
Sustituir al gato fallecido
Tanto la muerte de un animal como de una persona cercana precisan de cierto tiempo de duelo. En función de cada uno puede durar más o menos, pero lo que no se ha de hacer es buscarle un reemplazo de manera inmediata.
Cambiar a tu minino fallecido por otro nuevo rápidamente no te hará sentir mejor, incluso puede ser contraproducente. Aunque los dos gatos tengan cierto parecido puedes llegar a rechazar al segundo por verlo como un mero reemplazo.